Fundación Kennedy, organización dedicada hace 20 años a la protección de humedales en Chile, tras los incendios registrados en tres regiones de Chile, dio a conocer cuáles son las principales consecuencias y peligros de no contar con planificaciones urbanas que incorporen las áreas naturales asociadas a nuestras ciudades.
Lo anterior, quedó evidenciado en las más de 130 personas fallecidas y otras miles que perdieron su hogar, y que ahora trabajan retirando escombros para levantar su patrimonio o rescatar algo material.
Además de las pérdidas humanas y materiales, se suma las aproximadamente 10 mil hectáreas quemadas, en donde se afectó directamente flora, fauna, quebradas y humedales de la zona.
Estos últimos son vitales para la supervivencia humana. Son uno de los ecosistemas más productivos del mundo, y son cunas de diversidad biológica y fuentes de agua y productividad primaria de las que innumerables especies vegetales y animales dependen para subsistir. Por ser cuerpos de agua están asociados a otros ecosistemas como bosques y quebradas.
Además contribuyen innumerables beneficios o servicios ecosistémicos, desde el suministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción, y biodiversidad, hasta control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático. En esta línea, y en un contexto de crisis climática, juegan un rol esencial en nuestra capacidad de adaptación y resiliencia ante eventos naturales y catástrofes.
Los ecosistemas de humedales en Chile son variados, tal como extensiones de agua con régimen natural o artificial de llenado, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, entre las que se incluyen humedales marinos, estuarinos, lacustres, ribereños, palustres (ciénagas) y artificiales. Entre los humedales afectados por el incendio en la región de Valparaíso se encuentran tranques, esteros, ríos, fondos de quebradas.
“Hay una gran falencia en Chile respecto de la planificación territorial, que hoy se limita a la zonas urbanas sin considerar las zonas periurbanas que muchas veces quedan desprotegidas ante múltiples amenazas, pero esto también ocurre en las zonas rurales y zonas de crecimiento no planificado como campamentos, afectando a la población más vulnerable”, indica María José Dominguez, directora ejecutiva de Fundación Kennedy.
La representante de la organización también relata la importancia que tiene incluir planificaciones y mitigar desastres.
“Los Planes Reguladores, que es una de estas herramientas, no están siendo un mecanismo efectivo. Según un informe de la CChC (2023) 90 comunas no lo tienen, sin contar aquellas que lo tienen desactualizado, por lo que es difícil pensar que este sea un medio de gestión del riesgo, incorporando identificación de riesgos dentro y cerca de las zonas urbanas, zonas de riesgo, ecosistemas naturales. Si se incorporan estos últimos a la planificación será una oportunidad para controlarlos, e incluso, mitigar eventuales desastres¨, agregó Domínguez.
Desde Fundación Kennedy, aseguran que esta nueva catástrofe abre una coyuntura para reflexionar e impulsar cambios sobre “¿cómo pensamos y reconstruimos ciudades resilientes? Esta es una conversación que la organización dice que hay que tener.
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